Retomando la investigación de Don Manuel Martínez Gracida,
este pueblo tiene orígenes muy antiguos, ya que incluso antes de
la conquista se encontraba en pleno apogeo, pero desafortunadamente el
contener en sus montañas riqueza mineral, fue una de las causas
de su decaimiento.
Se sabe que cerca del año de 1580 un grupo de aventureros en
busca de metales preciosos, llegaron a estas tierras con el objetivo de
establecerse definitivamente y explotar la riqueza de metales. Se cuenta
que al no contar con los recursos para explotar la tierra, obligaron a
los naturales del lugar a trabajar en las minas, pereciendo muchos de ellos
en la explotación.
Mucho se refirió el historiador Francisco de Burgoa sobre las
condiciones infrahumanas en que trabajaban los indígenas de la región,
privados muchas veces de su libertad, con frecuencia vejados en su humanidad
y sus pertenencias; sobre la situación que vivió la región
por el supuesto auge de los metales, al respecto Burgoa dice los siguiente:
"Por que la carestía de esclavos ha sido grande y costosa en
esta provincia: lo que menos cuesta un esclavo para trabajo son 300 pesos...
Y toda esta mísera esclavitud con irregulares circunstancias suplían
por libres y a menos costo los indios infelices".
"Cada pueblo tenía su repartimiento, y número que había
de enviar el día señalado... llevaban consigo las tortillas
y maíz molido que les daban sus mujeres, y en llegando a la mina,
los criados y esclavos les robaban esta miseria de su sustento."
"Los bajaban a unos sótanos profundos de veinte o treinta estados,
oscuros, tenebrosos y humedísimos, el que tenían, acabados
los días de tan sensible penalidad, era salir desmayados de hambre,
garleando de sed, transpirados de sudor, deslumbrados por la obscuridad
y cargados trepando por tan manifiestos peligros, porque con darse por
servido el minero le daba el salario, habiéndole robado al esclavo
decía la cédula: (documento que hacía constar que
había servido en la mina) "sirvió fulano, de tal pueblo",
y llegó a tanta la malicia, que haciendo irrisión, les daba
también la cédula de confesión: "Confesóse
N.," y con dos dedos de papel le satisfacían trabajos, salud y vida
perdida".
El despoblamiento se hacía notar a causa de las labores en las
minas, de cuatro mil casados que tenía Teitipac, quedaron cuarenta;
en Ocotlán se redujeron a 50 vecinos (familias); en San Antonio
se llegaron a contar solo cien vecinos; en Ozolotepec de treinta mil tributarios
quedaron únicamente ochocientos; el pueblo numeroso de Miahuatlán
también quedó asolado.
A causa de las bajezas sufridas en las minas, por más necesitados
que estuvieran los lugareños, preferían morir de hambre que
morir en las minas maltratados por los fieros capataces o despeñados
a causa del cansancio o la falta de sustento.
Se cuenta que en Chichicapam, no solo fatigaron a los indios con el
trabajo de las minas y los repartimientos, sino que destruyeron las sementeras,
talaron los campos y se apoderaron del ganado y demás bienes de
los escasos vecinos que quedaron vivos. |